Violencia filosófica
27 11 2009A petición de la internauta “Verónica” incluiré un artículo de opinión sobre un tema que ha levantado ampollas en los últimos días y que ha explotado como la pólvora esparciéndose por múltiples webs españolas. Si bien en este blog no se suelen incluir artículos de opinión, dado que el implicado es un filósofo y que el tema es un tema ético (me refiero a la no violencia) he decidido que puede ser interesante plantear una postura inicial que sirva como estímulo, de manera que tanto el alumnado que lo lea como las personas que visitan este blog puedan opinar, iniciando así un diálogo filosófico.
El tema no es otro que la polémica surgida tras la publicación en el periódico nacional El País de un artículo del filósofo Enrique Lynch titulado Revanchismo de género, en el que critica la campaña del Ministerio de Igualdad para prevenir la violencia de género.
Para organizar un poco el tema comenzaré expresando mi opinión sobre la campaña y después la opinión sobre el artículo. Pues bien, considero que el eslogan de la campaña (a saber, “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”) no era precisamente el más adecuado de acuerdo con el objetivo que se pretendía lograr. Recuerdo que la primera ocasión en que lo vi en la televisión no pude evitar pegar un respingo en el sofá. Sólo una vez que el anuncio continuó y comprendí la intención del mensaje me quedé algo más tranquila. De todos modos, no le di mayor, importancia.
No obstante, ya que toca analizarlo, es cierto que la frase resulta demasiado ambigua, o vaga, si queremos decirlo así. Y lo es porque se puede entender que se refiere a todos los hombres que puedan ser las futuras parejas de la protagonista del anuncio, y no a sus amigos o conocidos, como se ha querido hacer notar después.
Dado este caso, me parece que una no puede decidir ser más o ser menos que otra persona. Porque una es lo que es, y si, pongamos por caso, tu pareja es un científico de primer rango que trabaja en la NASA, pues qué le vamos a hacer, en ese aspecto probablemente la pareja “sea más” que una. Todo depende de qué aspecto se esté valorando y de quién lo haga (alguien puede opinar que la persona “X” no vale nada mientras que otro individuo puede tener a “X” en la más alta consideración). ¿Cómo se mide quién”es más”? ¿Por qué reintegrar la competitividad en las relaciones de pareja? ¿No será mejor trabajar en equipo que competir? En definitiva, que una no puede evitar ser lo que es. Y mucho menos apropiado me parecería el elegir a parejas claramente menos dotadas con el objetivo de sentirse más importante, por aquello de la comparación.
Otra cosa muy distinta es que la posible pareja de una “pretenda ser más”, “se las dé de superior” o tenga una actitud soberbia, arrogante y estirada. Así, podríamos distinguir entre el ser y el “querer ser”, que son cosas muy diferentes. Si alguien nos mira por encima del hombro o nos recuerda constantemente que en algún aspecto nos supera con creces, ese alguien tiene un problema, y si es nuestra pareja, nosotros o nosotras también lo tenemos.
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