
Quizás sea debido a que este año tengo varios cursos de Ética, pero lo cierto es que estoy reflexionando mucho sobre dicha asignatura. Enseñar Ética no es moco de pavo. Para empezar, la mayoría de la población desconoce por completo la trayectoria histórica de tan antigua disciplina filosófica, confunde la ética con la moral, o con la moralina; no entiende su raigambre socrático-platónica, en definitiva, no sabe ni qué es la Ética ni cuál es su función en la formación de los estudiantes. De ahí al desprecio o al comentario banal va sólo un paso.
Por otro lado, ser profesora de Ética no implica que una necesariamente haya recibido el galardón de “Ciudadana ejemplar”. En realidad se trata de enseñar los fundamentos de la disciplina, sus conceptos básicos, y enseñar a enfrentarse a un problema o dilema moral. La función de la profesora es ayudar a quien aprende a pensar en cuestiones éticas a que desarrolle un pensamiento autónomo, argumentando mejor sus posturas y reflexionando en profundidad sobre las cuestiones tratadas, es decir, se pretende que el estudiante aprenda a pensar por sí mismo. Como complemento, los contenidos de la asignatura plantean un abanico de cuestiones de actualidad sobre las que todo estudiante debe reflexionar al menos una vez antes de abandonar la enseñanza obligatoria.
Es una tarea que no carece de cierta complejidad. A su vez, la Ética tiene una asombrosa implicación en la vida cotidiana. Tanta, que no pasa un día sin que una cuestión ética nos asalte. Un caso muy sonado en las últimas semanas ha sido el de Wikileaks, en el que habría que dilucidar si es lícito divulgar información confidencial apoyándose en el derecho a la libertad de expresión o si se está atentando contra la privacidad de determinados organismos internacionales.
Otro caso ha sido el de la “huelga” no declarada de los controladores áereos, acontencida en este puente. ¿Es éticamente aprobable que colapsen el tráfico aéreo para reclamar sus derechos laborales? ¿Qué consecuencias ha podido tener para la población y para la sociedad este hecho? ¿Quiénes son los responsables de lo sucedido?, etc.
Como colofón a esta reflexión os dejo una actividad voluntaria de cara a la segunda evaluación:
a) Elige un problema ético de actualidad. Preséntalo comentando de qué va, qué ocurre e incluso pon un enlace para ampliar información.
b) Haz una valoración ética de dicho problema argumentando tu postura.
¡Animáos a participar!
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